En la imagen, el vandalismo de la grada y un aspecto del green del hoyo estadio de Scottsdale. El hoyo 16 par tres en Arizona donde, el domingo 13 de febrero, finalizó el torneo de golf WM Phoenix Open. Allí, en las dos últimas jornadas, se vivió un espectáculo bochornoso que pasó de la euforia por ver hacer un hoyo en uno a dos jugadores, al vandalismo más absurdo que puede vivirse en un campo de golf o en cualquier otro acontecimiento deportivo: un lanzamiento de botellines de agua el sábado y de latas de cerveza y otros objetos el domingo que invadieron el green y que pudieron provocar daños en algunos de los voluntarios y jugadores que allí estaban.
Por Basilio Rogado
Te lo dije varias veces,
y es que se veía venir,
la euforia es una emoción
que se puede consentir,
pero no así el vandalismo
que se debe reprimir
antes de que sea tarde
y tengamos que sufrir
un accidente mayor.
Mas nos vale prevenir
para que en un futuro
no tengamos que gemir.
II
Es un tiempo tolerante,
no se puede discutir;
pero no es el “todo vale”
una forma de vivir.
Si hay algo que no funciona
lo debemos corregir
y en el golf hay unas normas
que se tienen que cumplir.
Deporte de caballeros,
lo que solemos decir,
con reglas de cortesía
que por algo están ahí.
Ni la euforia del momento,
ni una cerveza, ni mil
pueden hacernos caer
en un abismo sin fin.
III
Lo ocurrido en Scottsdale
en un domingo febril
necesita una respuesta,
no debe quedar así.
Una cosa es tolerancia
y otra mirar de perfil;
si no buscan soluciones
los que han de decidir,
tendremos nuevos problemas
que podemos impedir
si se toman precauciones,
aunque haya que prohibir
las bebidas, las cervezas,
incluso los tetra bricks.
IV
Antes de curar heridas
más nos vale prevenir
y si no se pone coto
al desmadre juvenil
y al de otros más mayores
que también están allí,
tendremos que lamentar
si acaso vuelve a ocurrir
un espectáculo tal
que nos lleve a deducir:
este deporte del golf
que puede hacer tan feliz
al que lo va a practicar,
se podría convertir
en un paseo insoportable
si no se le pone fin
al vandalismo culpable
de un sector incivil
que hace de un espectáculo,
admirable de por sí,
esperpento tan absurdo
imposible de admitir.