Túnez, un destino interesante
Abriéndose paso en el Mediterráneo en el extremo norte del continente africano, Túnez ofrece una gran diversidad de paisajes que no deja indiferente a ninguno de los viajeros que visitan el país: desde verdes campos de olivos y palmerales hasta la aridez del desierto del Sáhara, pasando por extensas playas de gran calidad y ciudades llenas de contrastes, donde confluyen historia y modernidad.
Túnez capital, ciudad de múltiples caras
Túnez capital, más antigua que Cartago, fue rápidamente eclipsada por el desarrollo de la gran ciudad púnica. Tras la conquista árabe, se convirtió en la segunda ciudad del país, después de Kairuán. En el año 1160 pasó a ser la capital del país y comenzó a desempeñar un gran papel en la esfera intelectual y religiosa.
La ciudad prosiguió su desarrollo urbano hasta la conquista francesa en 1881, momento en el que se comenzó a crear una nueva ciudad al estilo europeo al este de la medina, en dirección al mar, al otro lado de la puerta “Bab El Bhar” (“La puerta del mar”).
La nueva ciudad se constituyó con calles rectilíneas flanqueadas por mansiones y edificios públicos: el ayuntamiento, correos, la estación de tren, edificios administrativos, comercios, etc.
La decoración de los edificios combina la ostentosidad y el eclecticismo en la zona de la estación con el estilo árabe de los ministerios próximos a la kasbah y a las mansiones de la zona del Passage. También convergen edificios de estilo Art Nouveau como, por ejemplo, el Teatro Municipal situado en la avenida Habib Burguiba.
Durante las décadas de 1930 y 1940 el estilo Art Déco se adueñó de edificios como el Museo Postal, en el edificio de correos, que presenta una colección completa de los sellos emitidos en Túnez, sellos extranjeros, tarjetas postales y viejos aparatos de transmisión telefónica o telegráfica.
El mercado central, abierto desde muy temprano y hasta las 14:00 horas, es un lugar lleno de vida muy agradable para pasear. En él abundan las verduras, frutas y pescado frescos. Alrededor, pequeños tenderetes y grandes almacenes venden toda clase de comida: cereales varios, frutos secos, higos secos, dátiles, salazones, gran variedad de aceitunas, quesos, etc.
Destaca especialmente la catedral católica de San Vicente de Paúl, situada en la Plaza de la Independencia y construida con una mezcla de estilos arquitectónicos, incluyendo neoárabe, neogótico y neobizantino.
La Medina
La Medina de Túnez está inscrita desde 1979 en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, ya que alberga unos setecientos monumentos históricos, que aúnan los distintos estilos de Ifriqiya y las influencias andaluzas y orientales. Incluso en algunas de sus columnas o capitales se incorporan elemento rumanos o bizantinos.
Cuenta con una superficie de 270 hectáreas y más de cien mil habitantes, representando la décima parte de la población de toda la ciudad.
Considerada una de las medinas más bonitas, en ella se encuentra la Gran Mezquita, la de Jamaa ez Zitouna (“la Mezquita del Olivo”), la más grande de Túnez y el centro religioso más importante de los países del Magreb. Fundada en el 732, fue reconstruida por completo en el siglo IX. En ella descubrimos un patio rodeado por una columnata con antiguos capiteles. En la extensa sala de rezo están suspendidas grandes arañas de cristal de Venecia.
Museo Nacional del Bardo
Activo desde finales del siglo XIX, el Museo del Bardo es una de las visitas indispensables de Túnez. El edificio se presenta como un monumento histórico en sí mismo y presume de ser uno de los museos más hermosos del mundo por su impresionante colección de joyas púnicas y la gran variedad de mosaicos romanos que reúne, entre los que destaca especialmente el único retrato conocido del poeta romano Virgilio.
Durante su recorrido se puede contemplar el área dedicada a los “Tesoros del Mediterráneo”, donde se muestra el cargamento de un navío romano que naufragó en costas africanas, próximo a la localidad tunecina de Mahdia. Entre los objetos hallados en las excavaciones subacuáticas se encuentran varias piezas de bronce, esculturas en mármol y mobiliario.
Por otro lado, el museo también cuenta con una galería dedicada a sarcófagos romanos y pilas bautismales cristianas en excelente estado de conservación.
En conjunto, las paredes albergan un millar de obras distribuidas en cinco secciones que comprenden desde la Prehistoria de Túnez hasta los siglos XIX y XX.
Djerba, la isla de los lotófago
La pequeña isla de Djerba, situada en el golfo de Galbés, al sur del país, es un paraíso de calma y paisajes idílicos. Este lugar es una propuesta perfecta tanto para quienes quieren disfrutar de una estancia tranquila en un balneario como para el viajero que se siente atraído por la práctica de deporte al aire libre.
Dicen que esta isla sirvió de inspiración a Homero para crear su épica Odisea. Djerba fue cartaginesa antes de ser romana, después pasó a las manos de los vándalos y los bizantinos y finalmente fue conquistada por los árabes en el año 667. En el siglo XI las tribus hilalianas venidas de Oriente entraron a ocupar la isla.
Uno de sus mayores atractivos es su capital, Houmt Souk. La ciudad tiene una medina y varios zocos donde callejear sin rumbo, tres mezquitas y, al norte, la fortaleza de El Kebir, originaria del siglo XII utilizada por árabes, españoles y turcos.
Asimismo, Houmt Souk cuenta con un museo de artes y tradiciones populares que ayuda al visitante a entender la historia de este lugar. El museo muestra una colección completa de trajes tradicionales que pertenecen a etnias de antaño y un taller de alfarería y de joyas antiguas.
Fuera de la capital se encuentran los restos de la influencia judía en Túnez, en el pueblo de Erriadh. Este enclave alberga la sinagoga de la Ghriba, que acoge una de las toras más antiguas del mundo, y todos los años tiene lugar un peregrinaje que atrae a creyentes judíos de todas partes del mundo.
Otra parada obligada es el puerto de Ajim, donde se halla el palmeral más denso de la isla. En este punto se puede coger el transbordador de Jorf, que conecta Djerba con el resto del país.
Los amantes de las compras encuentran en esta isla tunecina una gran motivación en sus mercadillos. Las alfombras son su principal reclamo seguidas de piezas de joyería –donde el ámbar es el principal protagonista– y las prendas de cuero.
Sin duda, el punto más fuerte de este enclave son sus playas que se caracterizan por sus aguas cálidas y cristalinas. Las más destacadas son Sidi Mahrez, Rass Taguerness y la playa de Seguia.
Asimismo, la isla es visitada por personas aficionadas al deporte, ya que la mayoría de los alojamientos de vacaciones proponen un amplio abanico de actividades: tenis, petanca, juegos de pelota y deportes náuticos como vela, windsurf, esquí acuático o parasailing.
Por otro lado, el parque temático Djerba Explore, situado junto al mar Mediterráneo, cerca del faro de Taguermess, se extiende a lo largo de 12 hectáreas ofreciendo una gran cantidad de actividades para todos los públicos, destacando especialmente la zona donde se alberga gran cantidad de cocodrilos.
Sidi Bou Said
Sidi Bou Said es uno de los destinos más bellos del Mediterráneo, gracias a su característico color azul y blanco que le convierten en uno de los pueblos tunecinos de obligada visita. Su particularidad hechizó y atrajo a un gran número de escritores, pintores, músicos y otros artistas de todas partes del mundo.
Este pueblo costero se ubica a tan solo 15 kilómetros al norte de la capital del país, sobre unos acantilados del Golfo de Túnez, lo que le otorga una ubicación privilegiada para admirar la belleza del Mediterráneo. En 1912, el barón Rodolphe d’Erlanger estableció en Sidi Bou Said su residencia y promulgó un decreto de protección del lugar que obligó a los habitantes a pintar y mantener las fachadas de sus casas de color blanco, exceptuando puertas, ventanas y rejas que se pintaron de color azul.
Sidi Bou Said constituye una escapada perfecta de uno o dos días para relajarse y perderse en la ciudad por las siguientes razones:
- Su característico color azul y blanco.
A nadie deja indiferente recorrer el pueblo por sus sinuosas callejuelas adoquinadas, con inmaculadas fachadas blancas y puertas y ventanas pintadas de color azul. Las ventanas están cubiertas con celosías moriscas y las puertas con motivos hechos con clavos. No hay lugar más fotográfico que este en Túnez.
- Sus impresionantes vistas.
La situación de Sidi Bou Said, sobre altos acantilados, nos permite admirar la belleza de la ciudad y del mar desde encantadores y recónditos miradores. Destacan el curioso y alto mirador de Dar el Annabi, al que se accede por una escalinata en el interior de la casa típica de Dar el Annabi; el mirador del Café Sidi Chabaâne, en uno de los extremos de la ciudad, desde el que se tiene una vista magnífica sobre la bahía de Túnez y la doble cima del Djebel Boukornine, que alcanza hasta 576 metros de altura; y, entre otros, el poco frecuentado por turistas Ras Qatarjamah, junto al faro que lleva el mismo nombre.
- Sus cafés.
Uno de los cafés más conocidos y pintorescos de Sidi Bou Said es el Café des Nattes (“Café de las esteras”), llamado así por su suelo cubierto de esteras. Nadie puede dejar de visitar este lugar para tomar un típico té con menta y piñones mientras sigue el vaivén de los caminantes. Al principio este lugar era la entrada monumental de la escalinata de la mezquita construida a ambos lados, a principios del siglo XVIII. Otra alternativa, muy cerca del Cafés de Nattes, es el Café des Delices (“Café de las delicias”), que constituye un perfecto mirador del puerto de la ciudad.
- El regateo con los comerciantes, todo un arte.
En Sidi Bou Said podemos encontrar numerosas tiendas con productos típicos tunecinos y de la zona. La calle Habib Thameur es la principal para ir de compras y regatear con los comerciantes el precio de souvenirs y otros objetos. Esta calle, además, es peatonal, por lo que el ambiente es muy agradable y pacífico. La mayoría de los recuerdos típicos que encontraremos son artesanales y tienen un gran valor.
- Recónditos lugares.
Perdiéndonos por sus callejuelas empedradas, podremos llegar a lugares con un encanto especial como jardines secretos, patios sombríos que solo observaremos asomándonos de incógnito por las puertas y, entre muchos otros, un pequeño cementerio musulmán.
- Un baño en la playa de la Mersa.
Bañada por las cálidas aguas del mar Mediterráneo, esta pequeña playa es una de las más preciadas de Túnez, con dorada y fina arena que invita al relax.
- El puerto deportivo, que se encuentra a pie del alto acantilado de color ocre rojizo, junto a la playa de La Mersa, cuenta con una completa zona de ocio con restaurantes, bares y hoteles que no podemos dejar de recorrer. Nos impresionará por sus dimensiones, ya que alberga hasta 360 embarcaciones y yates de todo tipo.
Un recorrido por el desierto de Túnez y sus oasis
En el sur de Túnez se encuentra una parte del desierto del Sáhara que invita a ser explorado en profundidad y descubrir todos los secretos que alberga. Por ello, hay varias rutas que pueden llegar a extenderse durante días, con el objetivo de contemplar su gran variedad de paisajes y dejarse embaucar por la magia de sus atardeceres y sus noches estrelladas.
Una de las rutas puede dar comienzo en el Gran Erg Oriental, una región desértica al noreste del Sáhara. A través de esta travesía nos adentraremos en un mar de dunas que nos guiará hasta los frondosos oasis de montaña.
La primera parada la travesía es Tozeur, al sur de Túnez, que alberga uno de los palmerales más grandes y bellos del país. Este ha otorgado una gran reputación a la ciudad por la buena calidad de sus dátiles, siendo la mayor productora del país, por lo que se conoce como la región de los dátiles, Bled el Jerid. Antiguamente, Tozeur era la puerta al desierto tunecino, con gran actividad comercial, alcanzando su apogeo en el siglo XIV. El ambiente actual de la localidad es un remanso de paz y frescura que puede recorrerse en calesa, en bicicleta o simplemente a pie para aprovechar al máximo la visita a este verdadero jardín del Edén.
Vehículos todoterreno parten, desde este punto, rumbo a Ain Chott. Una vez allí se puede recorrer el desierto durante tres días en los que se llega a captar la esencia de los auténticos nómadas del desierto con largas hileras de camellos, envueltos en cánticos bereberes. Al atardecer, el mejor plan es saborear un té observando la puesta de sol y por la noche, sentarse a contemplar el cielo estrellado es todo un espectáculo que sólo se aprecia si se pernocta en una jaima.
Tras surcar las dunas, se puede hacer una parada en un bonito pueblo bereber llamado Matmata, situado en medio de un paisaje lunar. En la tierra están excavadas las viviendas trogloditas dispersas en torno a la localidad, ideales para huir del calor. Se mezclan las casas tradicionales, capillas de morabitos y pozos elaborados con umbríos pasillos que conducen a una red de habitaciones y salas excavadas en el subsuelo. Este lugar es uno de los más visitados, ya que se trata de uno de los escenarios en los que se rodó la saga cinematográfica de Star Wars.
El siguiente punto a visitar es el impresionante paisaje mineral de Chott El Jerid, que se compone de dos lagos salados. Se trata de un universo del efímero mundo acuático que hubo en el pasado y que ahora cuenta con más de 100 kilómetros de extensión de sal cegadora y de arcilla agrietada. Incluso se pueden observar embarcaciones atrapadas en la sal seca en algunas zonas que antaño estuvieron cubiertas por estas aguas.
Por último, los oasis de montaña de Tamerza y el de Chebika, los más famosos de Túnez, son dos bellezas naturales de obligada visita. Tamerza se caracteriza porque el agua se escurre formando cascadas refrescantes. Por su parte, el oasis de Chebika se hunde en gargantas desecadas por el viento del desierto, permitiendo descubrir una fuente de agua cristalina que brota de la roca. Este vergel posibilita darse un refrescante baño en las transparentes aguas en medio de un entorno sobrecogedor.
Turismo activo
Además de la faceta histórica y cultural, Túnez se posiciona como un país que ofrece un gran número de actividades de aventura, ideales para el perfil de viajero ávido de grandes experiencias en un entorno singular.
En la zona meridional del país, entre las tierras ocres y las arenas doradas emerge el inmenso desierto del Sáhara, cuyas dunas invitan a ser surcadas a bordo de un quad y sentir la velocidad en medio de un paisaje mágico. Para quienes prefieran una opción más relajada, también hay disponibles rutas a lomos de dromedarios y camellos como un auténtico bereber.
Por otro lado, Túnez se abre paso en el Mediterráneo en el extremo norte de África, por lo que cuenta con 1.300 km de costa, de los cuales 600 km corresponden a playas en las que hacer numerosas actividades acuáticas.
Practicar submarinismo en sus ricos fondos marinos es todo un lujo para los amantes del buceo, que encuentran en el país más de 35 lugares donde poder realizarlo. En sus aguas se pueden descubrir desde arrecifes hasta buques de la Segunda Guerra Mundial, así como grutas submarinas.
Los principales puntos de inmersión en esta zona del Magreb son Tabarka, Monastir y la isla de Djerba, pero también destacan Kelibia, Hammam Sousse, Hergla, el norte de Susa y puerto El Kantaoui.
Asimismo, las personas que disfrutan viajando en bicicleta podrán encontrar rutas con las que conocer el legado arqueológico y monumental, así como sorprenderse de impresionantes paisajes y naturaleza. Los caminos creados en el norte del país, como Nabeul, Bizerta y Jendouba, son aptos tanto para ciclistas expertos como para los menos experimentados.
Otra actividad con muchos adeptos que se puede practicar en múltiples sitios de Túnez es el golf. Gracias a la ubicación del país, a orillas del Mediterráneo, se dan unas condiciones perfectas de clima, geografía y oferta hotelera para el desarrollo de este deporte de precisión.
Túnez, ideal para los amantes del golf
Túnez ofrece un número destacado de campos de golf acondicionados con excelentes infraestructuras y servicios de primer nivel internacional, convirtiéndose así en un destino de gran atractivo para aficionados y jugadores de todo el mundo.
La privilegiada ubicación del país, en pleno Mediterráneo, proporciona al territorio las mejores condiciones para la práctica de golf. Túnez cuenta con diez campos perfectamente adaptados al terreno y repartidos, principalmente, por toda la costa.
La calidad de los campos –muchos de ellos diseñados por arquitectos de renombre como Ronald Fream–, el agradable clima del país, sus playas y la oferta hotelera de sus costas garantizan a los amantes del golf las condiciones óptimas para dar rienda suelta a su pasión en cualquier época.
Los campos de Túnez permanecen abiertos durante todo el año y están a disposición de todo tipo de jugadores. Los campos de golf que podemos encontrar en el país son:
– Tabarka Golf Course. Diseñado por el afamado arquitecto Ronald Fream, es un campo con vistas al mar que se encuentra enclavado entre las montañas, en un bosque de robles y eucaliptos. Este campo dispone de links de 6.400 metros y 18 hoyos de par 72 (ampliación prevista a 27 hoyos) integrados perfectamente en un paisaje de color verde intenso.
– Golf de Carthage. La Soukra, construido en el año 1927 y renovado en 1991, es uno de los primeros campos de golf del norte de África. Situado a 10 minutos del aeropuerto y a 15 minutos del centro de la capital, el campo cuenta con 18 hoyos de par 66 (4.432 metros) y está asentado en un espacio verde bajo el cobijo de centenarios eucaliptos, pinos cipreses, palmeras, olivos y naranjos.
– The Residence Golf. Ubicado en la costa de Cartago, fue diseñado por Robert Trent Jones Jr. y se posiciona como punto de referencia en Túnez. El campo está construido en torno a un complejo inmobiliario de alta gama, compuesto por villas independientes dotadas con servicios a medida. El campo tiene una extensión de 6.405 metros, 18 hoyos de par 72.
- Le Golf Yasmine. Al sur de Hammamet, está enmarcado por palmeras y pinos con vistas al mar Mediterráneo. El campo de golf, diseñado por Ronald Fream, se adapta a todos los niveles y ofrece una gran variedad de golpes gracias a sus 18 hoyos para expertos (de par 72, 6.062 metros) y nueve hoyos para principiantes (de par 30).
– Citrus Golf Course. Este es el campo más importante del país, ya que se sitúa sobre 173 hectáreas de olivos y bosques. El espacio, diseñado por Ronald Fream, cuenta con el mayor driving range de Túnez, seis lagos, trampas de arena, obstáculos de agua y búnkers en sus dos campos profesionales con 18 hoyos de par 72, La Forêt (6.128 metros) y Les Oliviers (6.069 metros), a los que se añade otro compacto de nueve hoyos, Executive Course (de par 28, 1.221 metros).
- Kantaoui Golf Course. Se trata de uno de los campos más solicitados de Túnez, perfecto para golfistas de todos los niveles. El campo de golf fue diseñado por Ronald Fream y se encuentra dominando el precioso complejo integrado de El Kantaoui, junto al mar.
– Le Flamingo Golf Course, en Monastir, es un campo excepcional y de gran tecnicidad que intercala pequeños valles y estanques con vestigios romanos. Fue diseñado por Ronald Fream para los golfistas más exigentes, pero es apto para todos los niveles gracias a sus cinco áreas de salida por hoyo, sus tres hoyos para principiantes y su zona de práctica. El campo cuenta con 18 hoyos de par 72 (6.140 metros).
- Djerba Golf Club. Obra del inglés Martin Hawtree, se extiende entre dunas hasta el mar y consta de tres campos: Les Palmiers, La Mer y Les Acacias. Djerba Golf Club goza de 27 hoyos: 18 hoyos de par 73 (6.169 metros) y nueve hoyos de par 36 (2.242 metros).
- Golf des Oasis. Situado al borde del desierto, en el magnífico oasis de Tozeur, es uno de los campos de golf más bellos del país. En él se entremezclan el amarillo ocre de la arena, el verde del green y el intenso azul del cielo.
Su diseñador, Ronald Fream, ha tenido en cuenta el entorno natural del lugar para mantener la estética del palmeral de Tozeur, situado justo en frente del campo de golf. Cuenta con un total de 18 hoyos de clase internacional entre los que se interponen algunos obstáculos formados por muros de roca para dar más emoción al juego.
- Golf Palm Links es otro campo situado en Monastir, en un terreno natural lleno de dunas y palmeras. Un campo perfecto para jugadores de nivel intermedio gracias a su campo de nueve hoyos con práctica de 360 grados. Sus 18 hoyos permiten que golfistas de todas las categorías jueguen según su nivel.
Túnez, el destino perfecto para organizar incentivos y congresos
Túnez es uno de los grandes destinos más demandados para organizar eventos, convenciones y viajes de incentivos. Es el único destino que permite la celebración de acontecimientos a corta distancia en un entorno tan exótico como el desierto del Sáhara, donde se encuentran los escenarios donde se rodó la famosa saga de Star Wars, así como otros lugares originales y de prestigio: playas, el anfiteatro romano de El Jem, antiguas catedrales, oasis, etc.
Su perfecta ubicación –en el norte de África, en plena costa mediterránea– le permite tener muy buenas conexiones aéreas con las principales capitales europeas, a solo dos-tres horas en avión y con varios vuelos semanales. Ofrece, asimismo, una de las mejores relaciones calidad-precio del mercado.
Dispone de una amplia selección de alojamientos, con marcas internacionales o locales con instalaciones completamente equipadas para acoger conferencias, seminarios, foros, etc. A día de hoy, numerosas agencias de viajes receptivas ofrecen programas de incentivos complemente adaptados a las necesidades de cada uno.
Túnez cuenta con todos los medios y recursos a su alcance para embellecer un viaje de negocios, ofreciendo infinidad de oportunidades para la recreación y relajación: campos de golf, más de 50 centros de talasoterapia, instalaciones deportivas, etc.
Asimismo, el país tiene los medios para embellecer su viaje de negocios, ofreciendo muchas oportunidades para la recreación y relajación: 10 campos de golf, más de 50 centros de talasoterapia, numerosas instalaciones deportivas, sol y un amplio abanico de actividades originales, vuelo de cometa, paseo en globo, senderismo, quad, ruta en dromedario/camello, etc.
Gastronomía
Al igual que el resto de países mediterráneos, la cocina tunecina utiliza el aceite de oliva, las especias y los tomates en gran cantidad, así como un gran surtido de productos pesqueros y ganado, sobre todo el cordero.
El arte culinario de Túnez extrae su inspiración de diferentes fuentes, como la bereber, árabe, turca o italiana. Su plato estrella es el cuscús, hecho con sémola de trigo y carne, cordero, pollo o pescado.
Entre las recetas más conocidas a base de carne, la receta más sorprendente es, sin duda alguna, el “melloukhia”. Es un guiso que se hace a fuego lento durante varias horas. Sus ingredientes son: hojas de malva, judías secas y molidas, ajo, aceite de oliva, especias, carne de ternera o cordero.
Para que los guisos y los asados sean esponjosos, los tunecinos los cuecen a fuego lento durante horas. En el pasado, para que se consideraran perfectos, debían cocinarse sobre las brasas de un “canoune”, un cuenco hecho con barro o arcilla donde se pone carbón, aunque también era habitual utilizar el mortero y la maja de cobre para machacar algunos ingredientes.
Otra de las delicias de su gastronomía son los “briks” al huevo. Se trata de una especie de empanadilla hecha con una pasta especial, el “malsouka”, que se puede rellenar con ingredientes al gusto, convirtiéndolo en un plato principal o en un postre. Si se hacen a mano saben mucho mejor.
Al igual que en España y que en otros países cuyas costas están bañadas por el mar Mediterráneo, lo tradicional es picar algo antes de la comida principal, como pistachos, almendras tostadas saladas, caquis, aceitunas verdes y negras, pequeñas ensaladas locales, huevas…
La repostería tunecina, por su parte, utiliza a menudo ingredientes como miel y frutos secos: dátiles, almendras o avellanas. Una comida siempre estará incompleta si no se acompaña con un té a la menta y un café moro con unas gotas de agua de azahar.
Información práctica
Túnez es un destino ideal para viajar en cualquier época del año gracias a su clima, especialmente agradable en otoño (25°C en Túnez y 30°C en Djerba) y primavera (16°C en Túnez y 18°C en Djerba).
El idioma oficial es el árabe, aunque se habla francés fluido en todo el país, y su religión principal es el islam, aunque también se pueden encontrar pequeñas comunidades judías en algunas ciudades.
Para entrar en Túnez basta con sellar el pasaporte español, ya que en los tres primeros meses no se requiere ningún visado. Es necesario que el pasaporte no caduque en esos tres meses y tener un billete de vuelta.
La conexión aérea con el país es directa desde Madrid y Barcelona, con una duración del vuelo de dos horas desde la capital y una hora y media desde la ciudad catalana. Una vez dentro del país es fácil desplazarse a través de vuelos internos, trenes o autobuses que conectan con las principales ciudades. Asimismo, es muy común moverse en taxis colectivos o alquilar un coche incluso en las zonas más rurales.
La moneda del país es el dinar tunecino. El cambio de divisa puede hacerse en el aeropuerto de Túnez o en muchos de los hoteles del país. Es recomendable hacer el cambio poco a poco, porque a la vuelta lo máximo sobrante que se puede cambiar a euros es un 30%, 100 dinares, mostrando un justificante. En todas partes del país se aceptan las tarjetas de crédito internacionales Visa, American Express, Eurocard y Mastercard.
En cuanto a la sanidad en Túnez, existen servicios de urgencias 24 horas con personal médico muy cualificado. Es importante contemplar si el seguro de viaje cubre este país porque si no será necesario pagar al contado. El precio de la asistencia médica no es muy elevado y en las farmacias se pueden adquirir los medicamentos con y sin receta. No se requiere ninguna vacuna para entrar en el país.
A la hora de hacer la maleta y emprender el viaje, es imprescindible llevar algo de abrigo para las frías noches del desierto y un pañuelo, que será de gran utilidad tanto para cubrirse los hombros en las mezquitas como para protegerse del viento en el desierto.
Su oferta de alojamiento es muy variada: resorts, hoteles de todas las categorías, albergues e incluso campings. Los enchufes siguen la norma europea, con dos clavijas, por lo que no necesitarás ningún adaptador ni enchufe especial.