
Desde el primer swing hasta su último putt, Bernhard Langer vivió una despedida llena de emoción en el Masters. Aunque sintió la decepción de no lograr superar el corte, pero lo que prevaleció fue su sentimiento de gratitud.
Esta fué su 41ª y última aparición en Augusta National, el bicampeón del Masters no logró el putt de par de 3 metros en el último hoyo, el cual le habría permitido seguir en la competición.
Aunque en ese momento aún no se sabía si había hecho lo necesario para llegar al fin de semana, Langer fue recibido con una ovación y un afectuoso abrazo del presidente de Augusta National, Fred Ridley, al salir por última vez del green en el hoyo 18.
“Fueron estos dos últimos días muy especiales para mí”, declaró Langer, quien s consiguió la Chaqueta Verde en 1985 y 1993.I ncluso al iniciar el recorrido hacia el primer tee ese jueves, ya recibió una gran ovación ; la multitud aplaudió con tal fervor que casi se le escapan las lágrimas y estuvo a punto de romper a llorar.

“La emoción se mantuvo a lo largo de todo el campo, con aplausos en numerosos puntos.
“Hoy, al llegar al hoyo 18, experimenté sentimientos encontrados porque seguía dentro de la línea de corte, e incluso al hacer un bogey, no tenía la certeza de estar fuera definitivamente”.
Tras Tras comenzar con una tarjeta de 74 golpes, dos por sobre par, Langer parecía encaminado a prolongar su despedida de Augusta durante dos días más, cuando un birdie en el par tres del hoyo 12, su tercer birdie del día, lo llevó al par.
Sin embargo, un doble bogey en el par cinco del hoyo 15, tras ver cómo su approach se desviaba nuevamente y caía al agua, lo puso en la situación de necesitar un par en el hoyo 18 para alcanzar el corte, y finalmente no logró subir y bajar desde la izquierda del green.
Pero no hubo remordimientos en lo que él describió como un «día de celebración».

“Durante los últimos dos días, mientras recorría los fairways, una avalancha de emociones inundaba mi mente”, comentó Langer, quien llevaba en su bolsa a su hijo Jason.
“Vi a mi esposa, a mis cuatro hijos y a dos de mis nietos que vinieron a apoyarme, además de amigos y familiares de Alemania. Incluso amigos de todo el mundo, literalmente, estuvieron a mi lado todo el tiempo. Significó muchísimo.
Tengo un sinfín de recuerdos maravillosos jugando en este campo de golf. Me enamoré de él desde mi primera ronda, tuve la suerte de ganar dos veces y volver a este lugar durante muchos años. Es algo muy especial”. Gracias a todos de corazón.