En 2023, el concepto de cocina de nostalgia pasó de apenas nombrarse a una de las tendencias gastronómicas de mayor fuerza en restaurantes de todo el mundo. Y es que ante la oleada de innovación que vive hoy el universo culinario, unos cuantos echamos de menos de vez en vez esos platos sencillos que solemos llamar “de toda la vida”.
Así, junto a la cocina de vanguardia, esta suerte de movimiento contracultural reivindica el poder de los recuerdos y las emociones como parte imprescindible de la gastronomía presente y futura. La cocina de nostalgia transporta a la mesa familiar de la infancia, a los aromas y los sabores de siempre.
La magdalena de Proust, el comienzo de la cocina de nostalgia
La cocina de nostalgia se centra en la idea de que los alimentos están estrechamente ligados a nuestras experiencias y memorias. Los ingredientes, técnicas y recetas utilizados en ella suelen ser aquellos que han sido transmitidos de generación en generación. Aunque puede incluir reinterpretaciones modernas de platos clásicos que siguen conservando la esencia que los hace tan especiales.
Sin embargo, la conexión entre comida y memoria no es una novedad. Uno de los ejemplos más emblemáticos proviene de la literatura, concretamente de la obra del autor francés Marcel Proust. En su novela En busca del tiempo perdido, describe cómo un simple bocado de una magdalena mojada en té desata una oleada de recuerdos de su infancia.
Justo eso es lo que busca la cocina de nostalgia. Se trata de revivir momentos especiales y reconectar con sus raíces culturales, familiares y personales.
Una vuelta con toque moderno
La idea ha conquistado a chefs de todo el orbe, quienes han redescubierto y actualizado platos tradicionales, sin modificar su esencia. Uno de ellos es el británico Jamie Oliver, el cual ha incorporado esta tendencia en su restaurante Jamie’s Italian, donde ofrece platos como el Shepherd’s Pie y el Sticky Toffee Pudding, tradicionales del Reino Unido y Australia, respectivamente.
En Estados Unidos, por ejemplo, uno de sus principales exponentes ha sido José Ramón Andrés Puerta, un chef de origen español nacionalizado en ese país. Su éxito radica sobre todo en incorporar platos tradicionales españoles en restaurantes americanos.
Desde las clásicas patatas bravas al gazpacho andaluz, la selección de tapas de su establecimiento Jaleo en Washington D.C. es una verdadera evocación a las raíces culturales de cualquier español.
De forma similar ocurre en los disímiles negocios locales de comidas típicas latinoamericanas como Perú, Ecuador, Colombia o Venezuela extendidos sobre todo por la geografía ibérica y Estados Unidos, debido a la fuerte emigración.
Por otro lado, también entran en la categoría aquellos restaurantes de comida casera, que siguen al pie de la letra las recetas familiares transmitidas de generación en generación. Es el caso de «La Cuina de la Nona» en Barcelona.
Desde los clásicos arroz con leche, el flan, las rosquillas o las albóndigas de la abuela, la magia de la cocina de nostalgia es que cada lugar tendrá su propio recetario. A fin de cuentas, es una gastronomía de identidad y cultura que cuenta historias con cada bocado.
Fuente: Revista Excelencias Gourmet