
Sus sabores dulces en el paladar también son protagonistas de la cultura de la que muchos denominan Semana Mayor.
Los limones callejeros tienen el nombre de “cascarúos”, porque tienen la cáscara muy gruesa. Estos se comen pelando la piel y partiéndose, dejando la parte blanca.
Hay que acompañarlos de sal para que su amargor no sea tan intenso, y después se alivia con una caña de azúcar que también encontraremos en los tenderetes de la ciudad. Después de una jornada con mucho camino por recorrer, la ajetreada ciudad agradece un pedazo de limón.
Más allá de dulces tan curiosos como este, podemos encontrar otro tipo de sabores en la Semana Santa. Las torrijas siempre son una buena opción para endulzar las cocinas en tiempo de vigilia.
El pan bañado en leche con canela y naranja y cubierto en yema de huevo da a este postre una textura tierna que es internacionalmente conocida, siendo un dulce destacado en España y Latinoamérica.

Si subimos un poco más arriba del mapa, nos encontramos enredados en los tirabuzones de Ávila. En la Sierra de Gredos se utilizan cañas de bambú para envolver y sumergir en aceite esta masa realizada con harina, vino,
aguardiente, anís, limón, aceite y sal. También es común en Castilla la leche frita, que se realiza cociendo harina, leche y azúcar para realizar una mezcla que posteriormente se fríe cubierta en huevo y se reboza con azúcar.

Otros dulces comunes son la Mona de Pascua o los pestiños. Las Monas son unos curiosos bollos que guardan en su centro un huevo cocido y gozan de abundante popularidad en la Comunidad Valenciana o la Región de Murcia.
Los pestiños, originales de Andalucía, son una masa frita en forma de pañuelo que contiene harina, vino blanco, aceite y matalahúva. Se cubren de miel o se espolvorean con azúcar, al igual que las ya mencionadas floretas.
Cruzando todo un mar, y para finalizar este artículo, viajamos hasta Latinoamérica para encontrarnos con los Jocotes en miel, un dulce típico de El Salvador que consiste en cocinar la fruta en agua con clavo y canela hasta que queden enmielados.
La Semana Santa es muy variada dependiendo del lugar del mundo en el que te encuentres, pero algo que tienen todos esos puntos del mapa en común, es que todos tienen una pizca de azúcar con la que espolvorear el tiempo de oración.
Fuente: Revista Excelencias Gourmet