La Semana Santa puede ser muchas cosas, pero es uno de los momentos culinarios más exquisitos del año en España sin duda alguna. Saliendo de la Cuaresma, la cocina española ha desarrollado una tradición gastronómica asociada a esta fecha. Históricamente, se trata de una festividad cristiana con sus costumbres arraigadas. La Semana Santa es el momento de romper con la abstinencia de la Cuaresma. Este ayuno sigue al Carnaval, sinónimo de convite y espectáculo. En la tradición cristiana, es una forma de honrar la austeridad de Cristo. De hecho, surge de aquí el banquete que se prepara en las casas españolas durante la Semana Santa, como forma de romper esta vigilia.
Renace entonces la tradición repostera para esta esperada cita. Durante la Cuaresma, la carne es el alimento vetado por estar asociada con el lujo durante la Edad Media. Y como España es un país de costumbres, en muchos hogares se ha mantenido como puro hábito durante días concretos como cada viernes de Cuaresma, Viernes Santo y Miércoles de Ceniza. Esto hace que otros alimentos resalten, como los dulces. Por fin un momento en que el postre es más importante que el propio almuerzo, el sueño de cualquier niño.
4 postres para romper el ayuno
La mona de Pascua celebra el fin de la Cuaresma cada Lunes de Pascua. Se trata de un pan dulce coronado por un huevo coloreado. Hoy en día se ha cambiado por el huevo de chocolate, para ánimo de cada niño. Y es que es tradición, sobre todo en Cataluña, regalar la mona de padrinos a ahijados como forma de demostrar el amor a los seres más queridos. Es una tradición heredada desde que el ayuno de carne también prohibía los productos derivados de los animales por lo que el huevo rompía el ayuno y simbolizaba el renacimiento.
Muchos españoles dirán que la mejor delicia de la Semana Santa son las archiconocidas torrijas. Es que este producto se ha reinventado con el paso de los años y en restaurantes de alta cocina han deconstruido y sustituido sus ingredientes para llegar a una receta de lo más moderna. Al fin y al cabo, se trata de un pedazo pan mojado en leche especiada, frito en aceite y coronada con una lluvia de azúcar. Pero ¡y qué manjar! Volviendo al origen histórico de cada plato, es básicamente una receta más de cocina de aprovechamiento, para poder comer el pan duro a falta de la prohibida carne. Para ser una fórmula contra la pobreza, es una elaboración que hace extremadamente rico el recetario repostero español.
Otro regalo para los golosos: los pestiños. Si tienes una abuela andaluza, tienes la suerte de haberte criado entre estos pestiños. Estos lazos envueltos en miel o azúcar son la más empalagosa expresión de la semana santa andaluza. El pestiño es un recuerdo del pasado peninsular, pues es primo de los dulces andalusíes que se consumen en el mundo árabe, especialmente durante el Ramadán. Además, es una receta de lo más familiar, pues es perfecta para realizarla con niños, que nunca dirán que no a jugar con la masa.
Finalmente, para no olvidarnos nunca del norte, vamos a hablar de la típica leche frita. Leche, harina, huevo, azúcar, limón y canela. Comprobamos como cada receta de la Semana Santa es sencillez y deleite a partes iguales. Tiene textura blanda y esponjosa y sabor de toques cítricos. Existe siempre el dilema de su nacimiento, cuando unos dicen que es de Palencia, otros de Valladolid, y otros dicen que tiene raíz andalusí. Sin embargo, es una de las recetas más populares en todo el interior español, donde manos maestras la trabajan desde hace siglos.
Fuente: Revista Excelencias Gourmet