por Fernando López de Lorenzo
Desde Marta Figueras-Dotti hasta Carlota Ciganda el golf femenino español ha pasado por todas las fases posibles, desde el éxito hasta el olvido. Así ha sido el camino.
Al golf español le faltaba muy poco para ser de élite. A la irrupción del gran Severiano Ballesteros, le siguió el innegable talento de José María Olazábal y, después, aparecieron Sergio García, Miguel Ángel Jiménez y una interesante colección de buenos golfistas que han completado la saga. Aún así, faltaba algo: el golf femenino. En 2012 éste ha enseñado parte de su potencial. Y lo ha hecho de la mano de mujeres jóvenes con mucho golf en sus manos. El proceso ha sido lento, largo y duro, pero ha derivado en la excelente situación actual, con Carlota Ciganda, la mejor jugadora de Europa, Beatriz Recari y Azahara Muñoz al frente del ambicioso proyecto. El golf femenino español ha encendido la mecha.
Marta Figueras-Dotti, el germen
Muchos han sido los intentos por destacar en un deporte que ni contaba ni cuenta con el mismo poder económico que su versión masculina. El más destacable, y seguramente el culpable del momento actual, fue el de Marta Figueras-Dotti. Hija de Luis Figueras-Dotti, presidente de la Federación Española de Golf entre 1981 y 1988, la golfista madrileña fue durante muchos años la mejor expresión del golf femenino en España.
En 1982 ganó el British Open (entonces no estaba considerado como uno de los cuatro ‘majors’) sin haber dado aún el paso al profesionalismo. Su magnífica victoria le dio el impulso necesario para iniciar una aventura en Estados Unidos, donde fue de las mejores jugadoras universitarias a principios de los ‘80. En 1984 empezó su prolífica carrera en el LPGA (circuito estadounidense femenino): se coronó como mejor rookie del año y puso al femíneo golf español sobre el mapa. Tras múltiples tanteos, Figueras-Dotti consiguió al final una victoria en 1994 (Cuo Noodles Hawaiian Ladies Open).
Aquello promocionó el golf entre las mujeres. Y se acuñaron buenos talentos en nuestro país. Pero hubo que esperar demasiado para encontrar una sucesión de garantías. En concreto hasta 2001. Entonces, mientras Figueras-Dotti capitaneaba el equipo español y se responsabilizaba de la base del golf femenino, se encendieron dos luces: la barcelonesa Paula Martí y la zaragozana Raquel Carriedo.
El efecto de estas dos jugadoras duró un par de años. Un periodo breve, aunque muy intenso. Entre 2000 y 2002 asolaron Europa. Carriedo se convirtió en 2000 en la primera española en formar parte de la Solheim Cup (la Ryder femenina) y jugó una segunda edición en 2002, ganó cuatro torneos del circuito europeo (Taiwan Ladies Open, Compaq Open, Tenerife Ladies Open y Waterford Crystal Ladies Irish Open) y la Orden de Mérito de 2001; Martí, por su parte, fue Rookie del Año de 2001, ganó la Orden de Mérito de 2002, año en que también jugó en la escuadra europea de la Solheim y contó dos victorias intercontinentales (Ladies Italian Open y Ladies British Masters), además de un torneo compartido con el Tour australiano (EDUCOM Ladies Championship) y un prestigioso segundo puesto en el British Open de 2002.
Su esfuerzo no tuvo el reconocimiento deseado y el golf español se agarró a Ana Belén Sánchez. La malagueña, que formó parte de la Solheim en 2003, ganó un campeonato del circuito europeo en 2004 (BMW Ladies Italian Open) y otro en 2005 (Lalla Meryem Cup, co-organizado por el circuito europeo). Su relevo estuvo cerca de caer en el olvido, pero Tania Elósegui lo cogió a tiempo pocos años después. La guipuzcoana aceptó el reto en 2009, ganó un torneo del circuito europeo (ABN AMOR Ladies Open) y terminó tercera en la Orden de Mérito. Todo ello, le llevó a disputar la Solheim de 2009.
El relevo definitivo
Desde entonces, el golf femenino español no ha dejado de crecer. Casualmente, ese mismo año nació en España el Banesto Tour, el circuito femenino que hoy pelea por sobrevivir. Ese esfuerzo, unido al que llevaba años haciendo la Federación por fomentar el golf entre las chicas, pronto trajo sus frutos.
Como el de Azahara Muñoz, uno de los principales valores del golf nacional. En apenas tres años, la malagueña ha conquistado Estados Unidos gracias a un extraordinario nivel (en mayo ganó el Sybase Match Play Championship (mundial match play)). En septiembre de 2009, dos semanas después de hacerse profesional, venció en el primer torneo que disputaba. Fue en el Madrid Ladies Masters, tras una apoteósica última jornada y un impresionante playoff contra la excelente jugadora sueca Anna Nordqvist. En octubre de aquel año volvió a ganar, esta vez en el circuito nacional. En 2010 se instaló en Estados Unidos y ganó el premio de Rookie del Año del LPGA. Ese desparpajo con los palos le valió para formar parte del equipo europeo de la Solheim en 2011, competición que Europa ganó gracias al punto final obtenido por la española.
Aquel impulso venía aderezado por Beatriz Recari, otra de las joyas del golf español. Natural de Pamplona, mina de golfistas españoles, Recari también se colocó un laurel sobre la cabeza en 2009. Ganó el Finnair Masters en el desempate gracias a un impresionante hierro 4 desde 161 metros que encontró el hoyo. Después, se preparó para desembarcar en Estados Unidos. Probablemente la jugadora más regular que ha visto España en toda su historia, Recari pronto dejó su sello en el LPGA. En octubre de 2010, la pamplonica venció en el CVS/Pharmacy LPGA Championship. Tras 16 años, España volvía a triunfar en Estados Unidos. Aquella victoria, que valió para que Recari fuera segunda en la votación para mejor novata del año en el Tour estadounidense, fue la confirmación definitiva del golf femenino español.
Junto a Muñoz y Recari, que volvió a ganar en el LPGA el pasado mes de marzo (Kia Classic), aparecieron otras dos jugadoras: la gaditana Belén Mozo y la navarra María Hernández. La primera llegaba con una imponente carta de presentación. En 2006 ganó el British Girls y el Ladies British Amateur, algo sólo logrado otra vez en la historia (en 1972 por la inglesa Michelle Walker). Pero su paso al profesionalismo está siendo más duro de lo esperado, aunque su amplio historial como aficionada permite presagiar un inmediato futuro muy prometedor. Por otro lado, Hernández, también inmersa en la aventura americana, si cuenta una victoria como profesional (Allianz Ladies Slovak Open en 2010) y en 2013 disputará de forma íntegra el circuito estadounidense junto a Recari, Muñoz y Mozo. Un potente y joven cuarteto, ninguna supera los 26 años, sin precedentes en la historia del golf femenino español. Y todavía falta la última espada.
El 8 de diciembre de 2012 Carlota Ciganda se convirtió en la mejor jugadora de Europa. Con sólo 22 años y en su primera temporada en el circuito, la pamplonica ganó dos torneos (Deloitte Ladies Open y China Suzhou Taihu Open), suficiente para liderar la Orden de Mérito y apresar el premio de mejor debutante del año. Un hito sólo perpetrado previamente por una leyenda viva del golf femenino: la inglesa Laura Davies. Su carrera, que también se dirige a Estados Unidos, se antoja impresionante y su techo, indetectable. Una prueba más de que, por fin, le ha llegado el turno a las golfistas españolas. Y no parece que sea un farol. Que tiemble todo el mundo.